Después de escribir sobre ondas, vibraciones y relaciones humanas me acordé de lo que escribí en su día cuando fui nominado y expulsado del Gran Hermano. Los escribí en un Google Docs de estos y hoy lo he recuperado. Habla de otra metáfora enérgica para justificar conductas humanas. Aquí va el Copy and paste.
A menudo suelo relacionar las situaciones cotidianas con paradojas fáciles de explicar, que nos ayudan a comprender mejor la complejidad de la vida y de las relaciones humanas.
Las personas somos básicamente energía. Las relaciones entre las personas se basan en esta energía. Suelo comparar las relaciones entre dos personas con un tipo de energía, el fuego. Cada uno de nosotros tenemos un fuego vital en nuestro interior que tiene necesidad de combustionar. Todos estamos formados de diferente materia prima. Algunos, de la más dura y resistente teca, otras las más sensibles, están hechas de olorosa y hermosa parafina.
Cada uno de nosotros, en un momento dado de nuestra vida tenemos la necesidad de avivar nuestro fuego interior, hacerlo crecer, dejarle rienda suelta y hacer que arda con todo. Buscamos pequeñas hogueras a nuestro alrededor, a donde unirnos, y combustionar con ellas. Con algunas no llegamos ni a encendernos, las materias de nuestro interior son incompatibles, otras se autoenmolan hasta consumimirse mutuamente sin posibilidad alguna de volver a prender.
Al final más tarde o más temprano, todos encontramos una llama, nuestra futura hoguera a quien unirnos. Al principi las dos llamas se unen, el fuego es cada vez más intenso, calórico, de bellos colores y matices con llamaradas que crecen y se agitan por el efecto el viento. Nuestras materias, de las cuales estamos hechos, se fusionan hasta crear una sola pasta y forman una gran hoguera, de intenso fuego que desprende calor a todo su alrededor . Son los primeros años de la relación en dos personas.
Fruto de esta gran hoguera, saltan pequeños y minúsculos destellos de energía , materia de nuestra materia, energía de nuestro interior. Nuestros hijos. Estos pequeños destellos de energía, crecen, se avivan y desprenden. Con el tiempo las llamas crecen tanto que sienten la necesidad de buscar más materia con quien combustionar. Nuestros hijos tienen su vida, con su propia energía y su fuego interior y deben buscarse su materia con quien combustionar.
Como toda energía, ni se gasta ni consume, se transforma. La mayoría de nuestra energía la hemos «transformado» dando calor a nuestro alrededor, cobijando o incluso quemando a los más cercanos, pero como energía hemos de asumirlo.
Hemos de asumir que, como tal nuestra energia se irá agotando, no durará para siempre ni tampoco podemos pretender que esté avivada como el primer día. Seguramente podremos ir encontrando nuevos pequeños combustibles y materia prima que nos pueda ir alimentando esa energía a tranformar y transferir. Nuevos y diferentes tipos de combustibles que nos permitan poder seguir emitiendo energía a nuestro alrededor. Un mundo lleno de energías a explorar.
Bueno esto fué lo que escribí en su día. Supongo que la nominación y la no»amnistia» por parte de la audiencia ( jajajaja) no me permitía ser más lucido ni perspicaz….. pero fue lo que pensé y escribí.
Apa … hasta la próxima que pueda descubrir más enérgicas metáforas terranales
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